Fuente: www.colorearjunior.com |
Llegué a casa luego de quedar varado en México por la pandemia y encontré que en mi ausencia la vida sigue. Mi puesto de trabajo estaba ocupado, desde allí mi pareja tenía sus clases por videoconferencia con un pizarrón improvisado y colgado en un librero. Mi hija tenía sus clases desde su cuarto en una computadora que por suerte no había vendido. El más pequeño recibía clases en el celular o la computadora de la hermana. La famosa Enseñanza Remota Emergente que dicen los especialistas se palpaba, no eran clases presenciales ni educación virtual sino una mezcla de las dos.
Desde entonces
trabajo en la mesa del comedor. No había otra opción. Desde aquí aprovecho
incluso para cocinar. Mientras trabajo escucho el sonido de las ollas, los timbres que interrumpen y avisan que ya es tiempo de
revisarlas. Ahora mismo en la mesa anda una mermelada de mora y unas
papayas que esperan la llegada de los niños que se levantan tarde por las
vacaciones.
Trabajar en la mesa
del comedor no es nuevo, en mi niñez y adolescencia lo hice. Ninguno
teníamos escritorio, la mesa del comedor fue nuestra mesa de trabajo. Allí
andaban los cuadernos, libros, esferos, incluso los ceniceros cuando empecé a
fumar. La rutina siempre era quitar el lugar de estudio, comer, y luego armarlo de nuevo. Si olvidábamos levantarlo, alguien lo hacía, con la consiguiente pérdida de la
lógica que uno siempre tiene. "No molestes, para qué
no has levantado", decían.
Hoy, casi es lo
mismo. La única diferencia es que ahora uso computadora para trabajar y soy el que tiene que cocinar. Esto último por cierto, desde que empecé el
doctorado, ha sido de gran ayuda para no volverme loco, me ayuda a retornar a
la tierra, a descansar de las lecturas y la escritura, a dejar la computadora
por un rato. Aunque cocino desde muy jóven, no le tenía mucho cariño, el doctorado
y la pandemia están haciendo que le coja un poco más de afecto. Ya cocino
con más gusto y algo mejor que cuando era estudiante de pregrado y vivía solo. Al menos he pasado la prueba del paladar de los niños.
Lo que estoy pensando y debo resolver estos días es cómo voy a organizar el comedor para el inicio de las clases en la universidad, porque tal como va la pandemia, seguiré trabajando desde mi mesa del comedor.
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